Bio
La cerámica llegó a mi vida en un momento de transformación. Tras una serie de cambios personales, sentí la necesidad de reconectar con lo esencial, con aquello que nace de la tierra y de las manos. Encontré en el barro un refugio, una forma de expresión y de calma. Cada pieza que creo es el reflejo de ese proceso: imperfecta, única y llena de vida.
Mis raíces están en Granada, tierra de tradición y arte, donde la cerámica forma parte de la historia y de la vida cotidiana. También llevo en mí el espíritu del Mediterráneo, con su luz, sus colores vibrantes y su energía vital. Estas influencias se entrelazan en mi trabajo, dando lugar a piezas que honran la tradición pero que se sienten frescas y contemporáneas.
Desde hace más de dos años, mi hogar y mi taller están en Cantabria. Esta tierra me ha acogido y me ha regalado la serenidad y la naturaleza que hoy rodean mi proceso creativo. Aquí, entre el verde y el mar del norte, mis piezas cobran vida, conectando mi historia personal con el lugar donde ahora vivo y creo.
En mi taller nacen piezas tanto para contemplar como para usar: jarrones y objetos decorativos que hablan de belleza y memoria, y tazas, platos y cuencos que acompañan los rituales del día a día. Mi cerámica no es solo un objeto, es una invitación a disfrutar de lo imperfecto, a rodearse de autenticidad y a encontrar emoción en lo cotidiano.
Cada creación es única, hecha a mano y con tiempo. Porque igual que el barro se transforma en el fuego, nosotros también nos transformamos, y esa historia queda grabada en cada pieza.